Estudios realizados demuestran que el tipo de vida llevada por los adolescentes, ya sea sedentaria o activa, afecta de diferente manera en todos los entornos de su vida, tanto a las relaciones personales que mantienen, como a sus estudios o estado de ánimo.
La investigación llevada a cabo por los doctorados en Educación Física, Educación y Motricidad respectivamente, Martins, J. , Marques, A. y Carreiro da Costa, F. establece que aquellos adolescentes que desde pequeños han llevado un estilo de vida saludable y han realizado algún tipo de actividad física de manera constante, son luego los que se presentan más predispuestos a trabajar en Educación Física, los que colaboran más y mantienen mejor relaciones con profesores y compañeros. Por el contrario, aquellos con hábitos de vida sedentaria suelen ser más reacios a la práctica de cualquier actividad física y los que evitarían si pudiesen las clases de Educación Física.
El estudio se llevó a cabo mediante entrevistas a adolescentes entre 12 y 17 años y las diferencias en las respuestas fueron claras. Aquellos que habían practicado deporte desde pequeños agradecían este hecho y se veían influidos por el apoyo, modelo y ánimo de los padres, que desde la infancia les habían inculcado este estilo de vida y propiciado su actividad. Sin embargo, los que llevaban hábitos sedentarios declaraban que aunque el apoyo de los padres se había producido en edades tempranas, sobre todo en las chicas, los incentivos para que practicasen deporte habían ido disminuyendo con la edad hasta desaparecer prácticamente en la adolescencia.
Las entrevistas llevadas a cabo mostraron que la actitud de los estudiantes hacia la EF y la AF
surgió como un indicador clave del estilo de vida adoptado. Los estudiantes
sedentarios expresaron opiniones negativas hacia la EF y la AF y su posición frente a estas se
deterioró con la edad, mientras que los estudiantes activos reportaron una actitud
positiva hacia la AF desde la infancia hasta la adolescencia.
La investigación proporciona evidencia
de que las experiencias pasadas en la AF desde una edad temprana parece ser
importante no sólo para el desarrollo de hábitos, creencias y actitudes, sino
también en lo que se refiere al desarrollo de las habilidades motoras necesarias
para obtener el disfrute en la práctica de AF. Por lo tanto, la presencia de una EF
de calidad en la escuela primaria y el incentivo desde pequeños a que se realice deporte es crucial.